La vida no se mide las veces que respiramos, sino por los lugares y momentos que nos quitan el aliento, una frase con la que Rosen-Andrei Ojeda podría claramente resumir el sentido tan singular que le ha dado a su vida, recorrer el mundo completo sin que se le quede un solo rincón por visitar.
De la cima del volcán Kilimanjaro a las tortugas gigantes de las Islas Galápagos, de los glaciares noruegos a los templos del Nepal. Globos, trenes, helicópteros, canoas, camellos, todo vale con tal de conocer el mundo entero, incluso aviones de líneas que tienen prohibido volar en occidente por su poca seguridad, pero no hay alternativa si quiere ver mundo entero porque el riesgo es el motor de su vida.
Rosen-Andrei Ojeda, hijo de padre cubano y madre búlgara, estudió Astronomía en una universidad de Rusia y turismo en Canadá. Todo un coctel que desembocó en su gran deseo de conocer todo el planeta para un día poder sentarse tranquilamente con el mundo a sus pies, pero su reto más difícil es poder encasillar tantos recuerdos en un libro.